Daysi Flores**
Como un perverso déjà vu, el pueblo de Honduras está de nuevo en las calles defendiendo su voluntad enfrentado a la represión de las armas con las manos vacías, y el dedo meñique manchado de tinta como única certeza de su ejercicio democrático.
Yo no voté, pero estaba dispuesta a hacerlo como acto resignado para dejar constancia de mi inconformidad con una reelección impuesta a punta de corrupción, horror y muerte. Sin embargo, llegué a mi centro de votación: el barrio dónde crecí, el calor de la gente que me conoció desde siempre y la decadencia de las paredes de una escuela que aunque nunca fue la mía, fue el templo donde mis amiguis aprendieron a leer... eran las 4:35 pm y todos los olores, colores y sabores de amor, alegría y resistencia que te trae el barrio, se interrumpieron de golpe en boca de un militar armado detrás de la puerta.
Las urnas están cerradas, se cerró la votación. Primero pensé que era una broma, luego pedí explicaciones que me fueron negadas. Llamé al número habilitado por el Tribunal Supremo Electoral de Honduras (TSE) para poner denuncias, pero nadie respondió. Un hombre joven nacionalista empezó a hacer el típico mansplaining sobre cómo funciona el proceso electoral y ahí perdí la paciencia y lo calle de una.
Me fui enfurecida y luego escuché en las noticias las denuncias del cierre. Lo primero que pensé, como si fuera experta en procesos electorales, fue: no les ajustó el fraude, les fallaron los cálculos y no quieren que sigan ingresando votos...
No esperaba menos que el anuncio del presidente-candidato nacionalista como ganador de las elecciones. Los datos iniciales del TSE me dejaron más que sorprendida. No podía creer lo que veían mis ojos y claro, entendí el cierre temprano de las urnas.
La tendencia en términos matemáticos (con 62 por ciento de las actas ingresadas aleatoriamente) era irreversible, pero el silencio del TSE era más que sospechoso. Cuando se pronunciaron, en la madrugada del día siguiente, fue para decir que esperarían a que llegaran las actas (que tardaron dos días en llegar) y no proclamarían ganador a nadie hasta 4 días después. Era evidente que no importaban las certezas matemáticas, que no importaba por quién votó la gente, que no importaba cómo, el fraude estaba consumado. Los datos fueron cambiando, pero la gente de Alianza -en un acto que puede ser leído como pseudoconfianza en el TSE, confianza extrema en las fuerzas que les dio voto, voluntad real por no generar caos ó hasta ingenuidad política- llamaba a la calma diciendo que pronto ingresarían el total de las actas de las cuales tanto la Alianza como el partido Liberal tienen copia certificada.
Mientras tanto el sistema de cómputo del TSE se cayó varias veces, aparecen denuncias y videos de votos botados, actas duplicadas y alteradas y un sinnúmero de irregularidades por todas las redes sociales, el presidente del TSE electoral da lastimeras declaraciones diciendo que no sabe bien qué pasa con el sistema de cómputo.
Y ante el vacío de un TSE y un poder ejecutivo más o menos regulador de la vida política por un presidente-candidato atrincherado en su silla junto a los soldados, dos candidatos se declaran ganadores. Pero ya es jueves y aún no han terminado de ingresar las actas (88.75 por ciento).
Hay protestas a nivel nacional. En la madrugada hubo una represión salvaje y en cada lugar donde se protesta hay represión. Esto no va a parar: ni la represión, ni la protesta pararán por ahora... Volvemos a sentirnos como el laboratorio social cual implementación de las 10 estrategias de manipulación de las que habla Chomski: ya nos desviaron la atención, nos hablan como niños y como tutelados, yo puedo reconocer ese tono porque lo usan con las mujeres todo el tiempo y en todos los espacios.
Están creando los problemas para vendernos las soluciones. ¿Cuáles serán? Aún está por verse. Lo que es seguro que serán SUS soluciones para SUS beneficios. La gradualidad la han implementado a través de la dilación de los resultados, poquito a poquito siguen subiendo los votos del presidente-candidato. Luego, nos pueden presentar un camino doloroso pero necesario y apelarán a nuestras emociones y a que conservemos la paz, “SU PAZ”, y no pararán de decirnos que todo este caos es nuestra culpa: por revoltosos, por ñangaras, por gays, por pobres, por lo que sea... Y así nos dejarían sumergidos en una mediocridad que les permitiría conocernos más que nosotros mismos.
Pero las cartas aún no están tiradas: la diferencia, a pesar de todo, es de 0.86 por ciento y aunque la diferencia sigue creciendo poco a poco aún queda 11 por ciento de las actas reales o modificadas por ingresar al sistema. Con esta incertidumbre y a pesar de los llamados internacionales y las misiones de observación caben muchas preguntas: ¿Cuál es realmente la intención de prolongar los resultados? ¿Quién toma realmente la decisión de quién ocupa la silla presidencial? ¿Y por qué no lo han definido aún? ¿Será tan difícil escoger entre un candidato que ya fue presidente, con vínculos familiares y partidarios con personas señaladas por narcotráfico y un candidato de centro liberal? ¿A qué le temen realmente?
Sin importar quién tome la decisión y cuál sea el resultado, una certeza nos deja este proceso electoral y la reacción de un pueblo que no deja de resistir: el proyecto dictatorial no está tan enraizado como pensaban. Que la semilla de la libertad y el poder decidir sobre nuestro futuro sigue germinando en nuestros corazones, que las mujeres tenemos un papel protagónico en las transformaciones nacionales, que los sueños no caben en las urnas pero tampoco se duermen en los fraudes, que pueden cortar las flores pero no detendrán la primavera.
Foto: elpais.com
*Publicado en cimacnoticias.com.mx [diciembre 1, 2017]
** Colaboración especial de la Red de Defensoras de Honduras
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