Más de 12 millones de colombianos entre 18 y 28 años están llamados a votar en una cita que pretende acabar con la abstención tradicional
Santiago Torrado
Ana Milena Reina cumplió 18 años cuando se cerró el censo para las elecciones presidenciales que se celebran este 27 de mayo en Colombia. No puede votar, pero decidió acompañar a su padre José Reina al puesto de votación en la Plaza Bolívar, en el centro de Bogotá, donde llegan electores de todos los estratos sociales. “En los jóvenes está el cambio”, dice al lado de su hermana menor, Erika. “Mis amigos me han dicho que todos van a ir a votar, va a ser un día histórico”. Si las previsiones de esta bogotana se cumplen y una mayoría de los 12 millones de colombianos entre 18 y 28 años salen a ejercer su derecho, serán determinantes en esta cita.
Ninguno de los tres miembros de la familia desvela su candidato. Todos hablan de la necesidad de que haya un cambio en la política colombiana que durante los últimos 20 años ha estado gobernada por la derecha. “Estamos en un momento histórico”, dice José Reina, “los padres tenemos que animar a los hijos a participar y ejercer sus derechos y deberes”. No confían en las encuestas que sitúan en segunda vuelta a Iván Duque, representante del Centro Democrático, partido del expresidente Álvaro Uribe, y a Gustavo Petro, el líder de la izquierda en esta elección. “Están amañadas”, opinan.
“Madrugué, no podía dormir de la emoción”, declara tras depositar su voto Vanesa Juliao, una contratista de 28 años, de acento costeño y ojos claros, en las escalinatas de Carulla, un supermercado. Las urnas se ubican también en colegios, universidades y centros comerciales. “Este año muchos jóvenes han visto la necesidad de pronunciarse”, agrega en medio de los ladridos de su perro, al que vistió con una camiseta amarilla de la selección de Colombia, pues es “una fiesta democrática y no me podía venir de ningún partido”, debido a que está prohibida la propaganda política.
Julieth Falla acude con su hija de cinco años. “Quiero que aprenda cuáles son nuestros derechos constitucionales”, asegura. Cuando termina de ejercer su derecho, en su mesa ya ha votado el 25% del censo antes del mediodía. “Espero que haya una participación masiva para que haya sorpresa”, explica, “las encuestas solo sirven para determinar el voto de la gente”.
Los miembros de los puestos electorales de la Plaza Bolívar confirmaron la percepción generalizada durante las primeras horas del día: hay más colombianos votando que en otras citas, en un país donde la abstención supera tradicionalmente el 50% del censo. “A partir de la hora del almuerzo [12 de la mañana en Colombia] es cuando más gente esperamos”, dice una las mujeres en una de las mesas. Los puestos cierran a las cuatro de la tarde.
Antes de que hubieran abierto las urnas, también se formaban largas filas en un puesto de votación del norte de Bogotá, en la calle 85 con carrera 15, una de las zonas de la ciudad donde viven las clases medias y altas. “Aquí se ha visto más gente que en las elecciones del Congreso”, en marzo, afirman en coro los policías que custodian las 36 mesas.
En este concurrido punto, la jornada transcurría como una fiesta familiar, con bebés, cochecitos, mascotas y muchos votantes en atuendo deportivo. Para incentivar la participación, el certificado electoral ofrece una serie de ventajas, como medio día de descanso remunerado, y muchas empresas se suman con café gratis o agrandar un menú de hamburguesa.
En el centro comercial Unicentro, uno de los centros de votación más concurridos del norte de Bogotá con 160 mesas acomodadas en un edificio de estacionamiento, se repetía la misma imagen de filas de ciudadanos. “Hace rato no pasaba que hubiera distintas corrientes”, apunta Jorge Molina, un auxiliar contable de 28 años. Tanto él como su acompañante, Zuleidy Sevillano, de 29 años, se inclinaron por Petro al considerarlo el mejor competidor de Duque, aunque ella admite que hasta última hora contemplaba a Fajardo.
Están convencidos de que los jóvenes van a definir estos comicios, pero hace una diferencia por clases sociales: “Los ricos votan por Fajardo, los pobres y la clase media se dividen entre Petro y Fajardo. Nos mueven temas como la educación y la salud”.