La educación no debe detenerse por emergencias o desastres*

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Ivette Munguía Argeñal

Ante el aumento de los desastres naturales, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) publicó la guía Reconstruir sin Ladrillos, un documento en el que provee a los Estados de elementos para el desarrollo de políticas educativas en contextos de emergencia.

“En la ocurrencia de desastres la educación históricamente ha sido abordada a mediano y largo plazo, en lugar de ser activada desde la primera fase de respuesta en una emergencia. Y la educación no puede esperar a tiempos más estables, debe ser garantizada en todo momento, en todo lugar y de todas las formas posibles como un derecho humano fundamental”, dice la guía de la Unesco.

En el caso de Nicaragua, que es un país vulnerable ante el cambio climático, esta guía cobra vital importancia ya que usualmente en esta nación las clases son interrumpidas cuando ocurren sismos, fuertes lluvias y hasta por los simulacros ante terremotos, que se realizan una vez al mes en todos los colegios del país.

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Desarrollar un plan B para mantener la educación

Para el director del Foro de Educación y Desarrollo Humano (FEDH), Jorge Mendoza, esta guía de la Unesco plantea la necesidad de concertar la educación entre la comunidad y las autoridades nacionales. Además, indica a los Estados que pueden hacer uso de las tecnologías para continuar educando fuera de las aulas de clase.

“Es decir, si los chavalos no pueden ir a la escuela (porque hay un desastre natural), la familia debe convertirse entonces en una alternativa para seguir desarrollando los procesos de aprendizajes. Tal vez en una cuadra con tres o cuatro chavalos que no pueden ir a clases porque el río está crecido, pero si la comunidad constituye un espacio seguro en una iglesia o en una casa comunal (utilizados como albergues) pueden seguir enseñando”, dijo Mendoza.

Según la Unesco, otra forma de continuar educando en un contexto de emergencia es desarrollar guías de trabajo para que los estudiantes realicen cuando no puedan asistir a la escuela y luego hacer una valoración de los avances que logren los escolares.

“El gobierno de Nicaragua no solamente debe suspender las clases cuando las situaciones de emergencias lo ameritan, sino que ya deberíamos de estar teniendo plataformas digitales, utilización de redes sociales, elaboración de guías de trabajo para que los muchachos elaboren en casas. Establecer rúbricas de evaluación cuando los muchachos regresen para valorar cuánto han avanzado en el proceso de clases”, subrayó Mendoza.

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Menos clases de lo normal

Aunque la Ley 582, Ley General de Educación establece que el curso escolar de Nicaragua será de 200 días lectivos conforme a los convenios internacionales que el país ha suscrito, cada año en el país el ciclo lectivo es reducido, entre otras razones, por los fenómenos naturales.

Recientemente el experto en Educación del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (Ieepp), Alex Bonilla, dijo a LA PRENSA que en este ciclo lectivo “no hubo clase 44 días, que equivalen a un poco más de dos meses, porque cada mes tiene veinte días clase”. Según el Mined las clases finalizan el 29 de noviembre.